Mujer árbol

Mujer árbol 1, Petu

Mi primer té solo lleva como añadido la leche, lo prometo. Sin embargo al mirar por la ventana y sin salir del todo del estado de somnolencia se me agolpan figuras del exterior y cobran formas que puedo traducir en imágenes con mucha facilidad. No tienen que ser perfectas, pero es que ¡se parecen tanto! Siempre doy la bienvenida a todas estas cosas, muy feliz de que se me descubran.

El hombre con bigote me visitó muchos días seguidos, tanto que no pensé que el frío viento otoñal le borraría literalmente del mapa. Así fue como desapareció y me pilló totalmente desprevenida. El árbol se quedó desnudo. El baile de hojas se llevó primero su bigote y después acabó de cuajo con mi ansiado encuentro matinal. No soy una persona precavida en absoluto y no tengo ninguna prueba gráfica de mi amigo y es una pena…Se les echa de menos a todos y a los que no comparten nuestra misma realidad también. Son frágiles, fugaces, pero dejan huella. 

Después de ese viaje sin despedida que hizo volar mi dibujo dejando sin rostro a mi amigo del árbol establecí un nuevo contacto. Las hojas se dispusieron de manera que con un nuevo té apareció la “elegante Señora”. No sé si el té es condición indispensable para esas conexiones pero forma parte ya de todo ese ritual mañanero. Me quedo un rato inmóvil mirando como si fueran a expresarse, como si buscaran el contacto visual conmigo. Ella parece triste, ensimismada. Puede que no quiera estar ahí, o que la miren o, incluso, que yo adivine que, como en otros espejismos, su existencia vaya a ser efímera y espera resignada el desenlace del más trágico de los acontecimientos.

Me despedí de la señora en un acto de previsión. Sabía que no aguantaría el embate de estos vientos tan enérgicos mucho más tiempo. Esta vez sí pude captar la imagen. Es para mí un indicio importante de su existencia. Ahora no hay figuras meciéndose. Ahora hay ramas vacías que bailan obedientes esa coreografía autómata. Tengo fe en que mis amigos u otros en su lugar vendrán el próximo otoño y espero el encuentro pacientemente. Se ha convertido para mí en algo importante, lo espero y lo busco.

A día de hoy incluso las ramas han desaparecido por completo. La época de poda ha dejado poco más que el tronco desnudo frente a una ventana vacía. Solo cielo y el correr de nubes veo ya a través de sus cristales. No me quejo, las estaciones se suceden con rapidez y probablemente, en menos de lo que lo estoy contando, un buen amigo me salude pronto y me invite, taza en mano, a imaginar otra historia, a hablar con él, a soñar despierta.

Mujer árbol 2, Petu

Petu, 1 mayo 2022