
Hija, tú eres lenta. Eres lenta como tu padre, me dice siempre mi madre… Y es verdad. Voy a otra velocidad. Hago las cosas a mi ritmo y a veces pongo de los nervios a los que me rodean; me esperan pacientemente a que acabe de hacer lo más cotidiano y pierden la calma hasta los más tranquilos. Me pones nervioso, oigo a menudo. Alguna vez he contestado, si el tono era demasiado crítico: no, yo no puedo ponerte nervioso, tú ya eres nervioso. No lo hago adrede ni mucho menos, cuando estoy en grupo aprieto el paso, soy más solícita e incluso puedo correr. Tengo claro que voy con más gente, que algunos no tienen tiempo que perder. No quiero obligar al resto a ver pasar la vida con la misma cadencia que yo. Eso suena un poco egoísta.
Pero cuando estoy sola estiro esos momentos y los paladeo. Mi tendencia a ensimismarme viene de lejos. Creo que me entretenía sola desde pequeña, que seguía mis propias cavilaciones y me costaba aterrizar cuando me hablaban si estaba en medio de mi cadena de pensamientos. La timidez también magnifica esos diálogos internos, te hablas a ti misma, tienes una vida aparte. Me relaja esa lentitud mía que irrita tanto a los demás a veces; viene muy bien para ordenarte la cabeza, el armario y la vida. Yo apostaría por intentarlo si no lo habéis hecho, aunque solo funcionara para una de las tres cosas.
Claro que, actuar así tiene repercusiones. Cunde menos todo, te da tiempo a hacer exactamente la mitad de lo que habías programado, pero cuando acabas no se te sale el estómago por la boca, no estás agotada como cuando pierdes el autobús después de darte la gran carrera. Generalmente no siento tristeza por lo que no he conseguido terminar, pero soy consciente de que me ha llevado muchos años salir airosa si lo he alcanzado con el tiempo. He tenido que esforzarme mucho para no decir ¡mañana lo termino! No es fácil pero en algunas ocasiones he podido decir sin despeinarme ¿pero para quién es importante, para ti o para mí?
Si he conseguido muchas cosas es a fuerza de mucho ensayo-error, de sentir que un sobre esfuerzo no es malo si es puntual; pero la cadena de voy-a-agotarme-para-conseguir-algo y mañana me monto en otro tren desbocado sin un criterio concreto ni dirección aparente. No vale de nada. Si en un momento de tu vida tienes la sensación de que todo se reduce a eso no hay duda, por ahí no es. Ya sé que tampoco se resuelven las cosas con excesiva tranquilidad, pero conseguir moverte en un término medio siempre ha sido lo más saludable. Lo mejor para no claudicar en una sociedad tan acelerada como ésta es no dejar colgadas cosas sin hacer, pero tampoco permitir que la vorágine te arrastre con su enloquecida competición. No seamos nunca más correcaminos. Votemos por las carreras de caracoles.
Petu, 24 enero 2022

Debe estar conectado para enviar un comentario.