Decálogo para el nuevo año

(Si quieres puedes porque, como todo el mundo sabe, querer es poder)

Reclamo el derecho a elegir el camino que me va mejor. Es lo más oportuno siempre.

Reclamo el derecho a aceptar solo lo que me beneficia…

Así como reclamo el derecho a negarme a hacer aquello que va en contra de mis principios, porque ¿y si no resulta?

Declino cualquier cosa que me obligue a algo en lo que no creo por no estar segura del todo de que sea eso lo que me más me convenga.

Me echaré la culpa a mí, y solo a mí, si lo que decido no funciona. Porque si algo falla ¿qué es eso de declinar responsabilidades? ¿Qué es eso de desacreditar a otros por errores propios?

Hazte cargo de ti mismo ¿cómo si no vamos a aceptarnos?

Hazte cargo también de las circunstancias ajenas. No siempre estamos en nuestro momento más sereno ni damos lo mejor de nosotros mismos.

Actúa, no pienses tanto como para quedarte ahí parado para siempre.

Sonríe y que esa sonrisa te salga de forma natural, no siempre es fácil.

Esto del listado de aspiraciones para el próximo año es un clásico, puedes suscribirlo, aunque no es obligatorio claro.

Petu, 30 diciembre 2021

Encuentro navideño

Hacía frío porque, cuando hay que sacar a tu mascota de paseo, sales pronto para que el día te cunda y no se junte con el resto de cosas que quedan por hacer. La niebla estaba baja y apenas nos conocimos cuando nos cruzamos a más de dos metros de distancia. Pero fijándote un poco más a él se le identificaba fácilmente. Su andar atolondrado e inseguro iba siguiéndole a duras penas los pasos a un perro demasiado grande para que él lo paseara solo. Siempre sonriendo, siempre dispuesto a hablar; esta vez no tuve que decir: lo siento Juliano, no puedo entretenerme mucho, tengo que ir a trabajar y voy muy mal de tiempo.

Ese día lo tenía libre, ese día podíamos hablar de nuestras cosas. Y así fue, porque nos contamos como íbamos a pasar la Nochebuena cada uno. Ellos iban al pueblo a ver a su hija y de paso a ponerse al tanto de las novedades con los vecinos, que eran sus amigos de toda la vida. Su oficio de agricultor hacía ya mucho que no lo ejercía pero, cuando estaba de visita y se juntaban todos, siempre echaba una mano a preparar lo que hubiera que hacer en el campo en esta época del año, si se lo pedía alguien. Le encantaba enseñar todo lo que sabía a cualquiera que tuviera un huerto pequeño, disfrutaba de nuevo de un trabajo que para él no lo era. Se sentía feliz ayudando. Allí siempre hay faena, decía. Y si no tienes nada pendiente vas adelantando cosas. 

Su mujer hacía tiempo que no salía de casa. Sufre mucho de las piernas, me contaba, pero a mí me gusta andar. Me distrae mucho si no hay algo que hacer. Como aquí hay más tiempo libre sacar al perro me entretiene. Ella tiene bastante con hacer las tareas domésticas. Ahora que vamos a ver a la hija y a las nietas descansará un poco. Allí cambiamos de aires y luego venimos como nuevos los dos. 

Jamás conocí a su mujer pero siempre pregunté por ella en los paseos y cuando se acercaban estas fechas parece que hacían planes como los niños ante la perspectiva de no ir al cole durante varias semanas y con todas las vacaciones por delante.

El brillo que veía en sus ojos ante el viaje, los encuentros y las celebraciones familiares, no se había disipado con los años manteniéndose esa emoción inquebrantable durante toda su vida ¿Cuánta gente mayor pasaba estos días, cuando llegaba a la edad de mi amigo, solo por mantener intacta la ilusión de los más pequeños de la casa? Él no, él hacía de esto su razón de ser. Su cara lo decía todo. Parece que ya lo tenía todo dispuesto y preparado. A medida que se acercaba la fecha, su mirada encendida se acrecentaba rememorando todas esas costumbres que se repiten año tras año y en algunas coincidíamos pero otras tienen un sello propio y eran particulares de cada familia en concreto.

Mi amigo Juliano me contagió esa pasión suya por la celebración navideña mientras relataba todas sus vivencias; ese sentido profundo que tenía para él reunirse con su gente, el deseo de regresar a la niñez, evocar las mismas emociones y deseos infantiles que se disparan como un resorte quedándose fijos en la mente por lo menos hasta que terminara el año.

Hoy busco de nuevo ese vínculo, procuro anticiparme a esos momentos y también demorar su marcha unos días cuando ya se han ido. Son muchos días festivos pero yo intento dilatarlos todo lo que puedo. Me ayudan las luces de las calles, los olores, los dulces y también los recuerdos de otras Navidades, sobre todo las más lejanas en el tiempo, las verdaderas Navidades, las de la infancia. 

Mientras íbamos charlando no había más sonidos que los de nuestra conversación, no se veía mucho más allá de donde estábamos y nos pareció que lo único que faltaba en estas fechas era que el paisaje se tiñera de blanco como antaño en esta época del año. Ese tinte blanquecino que realza la belleza de cualquier lugar haciéndolo más bello siempre. Aún estamos a tiempo, dijo Juliano, aún nos puede sorprender una gran nevada. Después seguimos los dos nuestro camino, cada uno con nuestros pensamientos, cada cual absorto en sus pequeñas historias conocidas, sabiendo que se aproximaban días muy felices para ambos.  

Petu, 30 diciembre 2021

¿Dónde están los sueños?

Lanas, Petu, 2021

Abre bien los ojos ¡ábrelos! Una ensoñación se escapa enseguida. Debes estar alerta, porque los sueños hay que perseguirlos. Lo que se cumple, si no lo haces, es otra cosa: acontecimientos nada extraordinarios, costumbres… Se hacen realidad rutinas. Porque el día a día no hay que traerlo, ya está aquí cargado de responsabilidades, retrasos y frustraciones.

Cuando el pensamiento se extravía mantente en guardia. Ahí hay algo que investigar. No se trata ni de buscarlo ni de impedir que se vaya, esa es la pista. Recuerda todo lo que te dolió, de todo y de todos. Tendrás que enfrentarte a ello tarde o temprano. Sabrás que aún no lo has hecho si te sorprendes pensando: esto ya lo viví, esto se repite tercamente, ¿por qué me tortura de nuevo? … Eso es que no está superado. No vale agregar nuevos elementos; no es igual que en la cocina cuando añades algún ingrediente que enriquece el resultado. Aquí eso es enmascarar lo real, aprovéchate de lo que se te ofrece como una guía sin adornos. No los descartes, pero atiende los detalles solo para poder separar lo que es necesario y lo que no lo es; no te pongas cómoda. En ello reside el secreto de esa pequeña enseñanza.

Ahora que se acerca la época de los regalos tengo mucho que celebrar y agradecer. Ahora pido señales. Datos que me aproximen pacientemente a un descubrimiento, indicios… Estando alerta sé que voy a por todas. Hace mucho que vencí la desconfianza, la pereza; me dejo seducir por el camino, además de por el resultado como nunca antes.

¿Que cómo es la vida sin ansiedades ni miedos? Buena pregunta. Nunca se fueron, los mantengo a raya. Negar algo es darle mayor fuerza. Nos llevamos bien. No hay que hacer que se sientan importantes. Se aburren y buscan la salida más próxima. Con eso tengo más que de sobra, y ellos también.

Os contaré algo sobre los malos días. Algunos se te cuelan. Estás tejiendo buenos momentos y algo se presenta. No puedes deshacer la labor. Tiras de la hebra y no va ni para atrás ni para delante. Las agujas se atascan. Te sudan las manos, el hilo no desliza bien. Hay que dejarla para cuando sale sin pensar, con esa suavidad con la que salen las cosas cuando no les das importancia, suceden sin más. No te esfuerces en enderezar un momento, un día, una situación. Es mejor que observes a distancia, como si no fueran contigo: ¡Ah, es a mí! Si quieres puedes mirar con aprensión o mejor con recelo, pero desde fuera. Si se hacen contigo es que ya has cedido al engaño. Estás secuestrada por una emoción y tarda días en abandonarte. Las emociones son así, necesitan enganchar con algo físico. Las personas pululan por ahí, las emociones sobrevuelan, ven a una víctima y caen en picado sobre ella. Lo mejor es no resistirse para en el momento en que menos se lo esperan…¡zas! Igual igual que ellas han hecho contigo antes, escabullirse sin avisar y rápidamente. 

Hay otras estrategias que también dan resultado. Para cualquier cosa siempre es mejor pillar a todos desprevenidos, jugar al despiste. Que ese sea tu as en la manga. Con la labor es otra cosa. Ahora no es el mejor momento para tejer. La misma trama no te deja. Yo pincho las agujas en la labor, junto con el ovillo, para tenerlo algo más sujeto y ¡a la bolsa! esperando mejor ocasión, que seguro la tendré muy pronto.

Petu, ©2021

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El árbol

El árbol, Petu 2021

Agredido sí, pero no vencido. Esa es la imagen que da. No hay abatimiento ni rendición. La lucha ha quedado expuesta y ha dejado su huella; pero, el árbol sacudido por el viento y herido, resiste. Es mi favorito, su fuerza le ha hecho cambiar de dirección, pero no ha cambiado de sentido. Apuntar hacia el sur indica que la lucha ha sido intensa y que el ataque ha venido de la mano del Viento del Norte. 

Su copa ondea orgullosa. Su ondulación es horizontal, un movimiento de banderola; azotado, pero no rendido. Es mi árbol, pero también mi símbolo. El poder del ataque hace que te resientas, que todo tu mundo se vea afectado cuando la acometida es enérgica, pero te llevas puesta la enseñanza. Así que no del todo derrotados, oídos todos los mensajes, salimos airosos porque salimos adelante; descolocados, pero con otras herramientas, con otros mimbres. No hemos dejado nuestra visión de lado, la llevamos con nosotros. Retomando nuestras metas, agarramos nuestras propuestas que hasta ahora no habían sido lo suficientemente oídas y, con ellas en los bolsillos, pero con la vista puesta en lo que somos y lo que queremos tiramos hacia delante. Tocados, pero no vencidos.

Los árboles de alrededor orgullosos están de poder compartir espacio con él. Las heridas de guerra generalmente arrancan miradas de admiración y palabras de reconocimiento a nuestro alrededor, pero ya no son consoladoras porque ya hace tiempo que no son necesarias. 

Petu, 2021

De ahora en adelante

Reloj de arena, Petu 2021

Un buen día te levantas y todo sale a pedir de boca. Los acontecimientos se suceden tranquilamente, parece que obedecen a una razón desconocida. Te vuelve la calma y sientes la necesidad de dejarte llevar porque no te arrastra ni te posee el drama. Sabes que darle la razón a lo que pasa es la respuesta. Por una vez te entregas a lo fácil, para que no se desate tu cólera interna que intenta reorientar todo hacia la consecución de tus caprichos infantiles.

Y ya está, ahora es como tirar de un hilo flojo, suave, que no se enreda si no es levemente entre tus dedos. Cada pulso ocupa su sitio y cada respiración inspira a la siguiente en un continuo que sigue provocando una cálida pereza. No hay sopor ya que los sentidos sin estar exaltados se activan provocando un baile de placenteras sensaciones. No ceder a ellas es como pecar, parece más una renuncia que una entrega; aunque la renuncia recuerda a la negación y la entrega te deja un rastro de regustillo dulce, aquí obedece a otros estímulos. Aquí ceder a las sensaciones es no precipitarse pues no tiene esa violencia, no pierdes tu esencia sino que la ganas. Te apoderas de tu verdadero yo para asirle y no para aferrarte con miedo y ansia a él.

Aprovechar ese momento que entra sin avisar y que en cualquier momento te abandona es como dejarte flotar por aguas en calma. Y es que a veces no lo hacemos. Secuestramos esos momentos devolviéndoles la violencia del estrés, de la prisa en la que siempre, todos, estamos inmersos. No vale intentar reproducirlos. Con el esfuerzo se evapora su esencia. Solo queda estar abierto a la visita inesperada pero cálida y deseada. Solo cabe soñar  cuando no viene, cuando no está aquí. Al valorar todo esto le hacemos una seña para que se adelante cuando apenas se ha asomado para saludar. Le damos la bienvenida y volvemos a tirar sin ansia de nuestro hilo.

Petu, 7 diciembre 2021