
Abre bien los ojos ¡ábrelos! Una ensoñación se escapa enseguida. Debes estar alerta, porque los sueños hay que perseguirlos. Lo que se cumple, si no lo haces, es otra cosa: acontecimientos nada extraordinarios, costumbres… Se hacen realidad rutinas. Porque el día a día no hay que traerlo, ya está aquí cargado de responsabilidades, retrasos y frustraciones.
Cuando el pensamiento se extravía mantente en guardia. Ahí hay algo que investigar. No se trata ni de buscarlo ni de impedir que se vaya, esa es la pista. Recuerda todo lo que te dolió, de todo y de todos. Tendrás que enfrentarte a ello tarde o temprano. Sabrás que aún no lo has hecho si te sorprendes pensando: esto ya lo viví, esto se repite tercamente, ¿por qué me tortura de nuevo? … Eso es que no está superado. No vale agregar nuevos elementos; no es igual que en la cocina cuando añades algún ingrediente que enriquece el resultado. Aquí eso es enmascarar lo real, aprovéchate de lo que se te ofrece como una guía sin adornos. No los descartes, pero atiende los detalles solo para poder separar lo que es necesario y lo que no lo es; no te pongas cómoda. En ello reside el secreto de esa pequeña enseñanza.
Ahora que se acerca la época de los regalos tengo mucho que celebrar y agradecer. Ahora pido señales. Datos que me aproximen pacientemente a un descubrimiento, indicios… Estando alerta sé que voy a por todas. Hace mucho que vencí la desconfianza, la pereza; me dejo seducir por el camino, además de por el resultado como nunca antes.
¿Que cómo es la vida sin ansiedades ni miedos? Buena pregunta. Nunca se fueron, los mantengo a raya. Negar algo es darle mayor fuerza. Nos llevamos bien. No hay que hacer que se sientan importantes. Se aburren y buscan la salida más próxima. Con eso tengo más que de sobra, y ellos también.
Os contaré algo sobre los malos días. Algunos se te cuelan. Estás tejiendo buenos momentos y algo se presenta. No puedes deshacer la labor. Tiras de la hebra y no va ni para atrás ni para delante. Las agujas se atascan. Te sudan las manos, el hilo no desliza bien. Hay que dejarla para cuando sale sin pensar, con esa suavidad con la que salen las cosas cuando no les das importancia, suceden sin más. No te esfuerces en enderezar un momento, un día, una situación. Es mejor que observes a distancia, como si no fueran contigo: ¡Ah, es a mí! Si quieres puedes mirar con aprensión o mejor con recelo, pero desde fuera. Si se hacen contigo es que ya has cedido al engaño. Estás secuestrada por una emoción y tarda días en abandonarte. Las emociones son así, necesitan enganchar con algo físico. Las personas pululan por ahí, las emociones sobrevuelan, ven a una víctima y caen en picado sobre ella. Lo mejor es no resistirse para en el momento en que menos se lo esperan…¡zas! Igual igual que ellas han hecho contigo antes, escabullirse sin avisar y rápidamente.
Hay otras estrategias que también dan resultado. Para cualquier cosa siempre es mejor pillar a todos desprevenidos, jugar al despiste. Que ese sea tu as en la manga. Con la labor es otra cosa. Ahora no es el mejor momento para tejer. La misma trama no te deja. Yo pincho las agujas en la labor, junto con el ovillo, para tenerlo algo más sujeto y ¡a la bolsa! esperando mejor ocasión, que seguro la tendré muy pronto.
Petu, ©2021

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